FLORES OSCURAS
El último libro de Sergio Ramírez reúne doce cuentos de longitud media, entre quince y veinte páginas, sobre temas que forman parte del mundo de este autor. Después de tres cuentos de trámite, aseados y de un nivel de calidad digno, viene un rosario de cuentos excelentes, en los que el tema es interesante, el lenguaje brillante y la forma de contarlos es estupenda.
Son textos de un lenguaje florido, exuberante, que funciona como una máquina bien engrasada, potente y segura. Reflejan el mundo moderno de Centroamérica, especialmente Nicaragua y Costa Rica, y contienen frases redondas y pulidas, como por ejemplo: «No hay peor sal en la herida de la vida que la pobreza».
Tienen como peculiaridad la tendencia a la acción detenida, a que no haya una línea argumental que progresa de planteamiento a desenlace, sino la descripción profunda de una situación, de un todo. Casi se podría hablar de literatura Gestalt o literatura holística. El mejor ejemplo de ese estilo es el cuento titulado «No me vayan a dejar solo», en el que a partir de una foto de 1950 el autor va repasando los miembros de su familia, el ambiente en el que vivían, la casa y en suma, su infancia. Este hombre sabe describir situaciones de manera amena y entretenida, huyendo del aburrimiento que suele causar la descripción de estampas.
Esa tendencia le acerca al estilo periodístico, al reportaje en el que un periodista simplemente levanta acta de lo que ve. Las descripciones minuciosas, detallistas, precisas, de un estilo inmaculado, recuerdan ocasionalmente a las construcciones del francés Georges Perec.
De vez en cuando le toma el pelo al lector moderadamente, no mucho, lo justo para que se despierte y esté atento. Los temas son de lo más variopinto; he disfrutado mucho con la descripción de la desastrosa y peculiar academia de turismo, o con las reflexiones sobre Judas y sus representaciones.
Mención aparte merece la espeluznante crónica, la descripción pormenorizada y objetiva de todos los detalles del escandaloso caso de Natividad Canda. La mayoría de los cuentos de Ramírez, continuador del género iniciado por Truman Capote en «A sangre fría», son crónicas precisas y ajustadas de hechos reales dotadas de una calidad literaria muy notable.
Un tomo de cuentos muy recomendable, una buena oportunidad de conocer a este escritor-político nicaragüense, de una calidad indiscutible, que pertenece a la generación posterior al boom latinoamericano, y que no ha hecho más que ganar premio tras premio sin interrupción.
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