Andrea Trujillo, más conocida como la caserita roja, llego a lo saludable naturalmente, como respondiendo a un llamado ancestral. Dejó de comer carne cuando tenía dieciocho años y esta convicción fue creciendo mientras criaba a sus hijos. Luego, al enfrentar una enfermedad autoinmune, encontró en los alimentos las medicinas que necesitaba tanto para su cuerpo como para su alma. Porque cuando nuestro organismo nos dice que algo está funcionando mal, la respuesta no está solo en la comida, sino en todo lo que nos nutre. En este libro nos muestra su camino de autoconocimiento y el descubrimiento de esa sabiduría ligada a todas las mujeres que estuvieron aquí antes que ella, y como eso la unió nuevamente a la cocina.