PERMANENCIAS
La poesĆa es la reina de las artes, afirmĆ³ Cervantes en el Quijote, y todas las otras artes deberĆan servirla, agrega. ĀæPor quĆ© se ha presentado ante mĆ esta sentencia magnĆfica? Creo que era inevitable que leyendo este libro de Ronald Kauffmann se alzara un imĆ”n gigantesco que traspasĆ³ el tiempo y el espacio para detenerse en esta obra que el lector podrĆ” aquilatar y disfrutar con todos los sentidos. Es visible reconocer que este no es un libro que se haya escrito en un aƱo o dos, es una obra que se ha ido escribiendo a travĆ©s de una vida entera, si no en papel, en la mente del poeta que lo observa y lo siente todo con intensidad. En estos poemas nos encontramos entre piedras, desiertos, horizontes, fronteras, mujeres amadas, aguas, lagunas, rĆos y mares, sobre todo mares, porque enfrentar el mar requiere coraje; el mar es un espacio donde hay olas que se doblan y golpean las rocas, el agua fundacional de la reminiscencia amniĆ³tica: cĆ³mo no escuchar/ la conversaciĆ³n de los rĆos/ que entran al vientre del mar. Sobresaliente es el ritmo persistente de la vida y de todo lo vivo, asĆ como la fluidez eufĆ³nica y la palabra justa. Por otra parte, observamos la sĆ³lida voluntad de la sĆntesis en su mĆ”xima expresiĆ³n. Nada falta ni sobra, hay mesura contra los excesos en el despliegue de la palabra poĆ©tica. En este libro, Ronald Kauffmann apunta certero al verbo productor de escenas e imĆ”genes que pasan directamente al motor sensible del lector. Teresa CalderĆ³n
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