LA LIBERTAD DEMOCRATICA
¿Qué ha ocurrido para que la libertad se haya convertido en un eslogan de la derecha y para que la obediencia parezca ser un valor de la izquierda? ¿No habrá detrás de este curioso desplazamiento ideológico una concepción diferente de la libertad en una sociedad democrática? Tomando como hilo conductor la idea de libertad, este libro analiza el futuro de la democracia y los nuevos paisajes ideológicos, ofrece algunas claves para entender el comportamiento de sus actores, se pregunta qué dimensiones de la sociedad debemos democratizar y cómo afrontar las crisis a las que nos enfrentamos. Quien en nombre de su derecho a hacer lo que le dé la gana no interioriza el impacto que sus acciones pueden tener sobre otros termina contribuyendo a construir una sociedad en la que muchos verán reducidas las posibilidades de hacer lo que les dé la gana. Al cuidar lo común no estamos rindiéndonos a una estructura neutra o ajena, sino a algo de lo que se nutre nuestra libertad personal. Jon Elster, uno de los más destacados pensadores republicanos, glosaba la figura de Ulises dejándose atar para no sucumbir a los cantos de las sirenas. Nos recordaba así que muchas veces la mejor manera de preservar la libertad es atarse, no tanto para respetar la de los demás, sino para protegerse de las torpezas que podría uno cometer si llama libertad a cualquier cosa. El actual contrato social, sostiene Daniel Innerarity en estas páginas, está demandando una autolimitación de la libertad personal para asegurar la supervivencia de la humanidad en el planeta.
¿Qué ha ocurrido para que la libertad se haya convertido en un eslogan de la derecha y para que la obediencia parezca ser un valor de la izquierda? ¿No habrá detrás de este curioso desplazamiento ideológico una concepción diferente de la libertad en una sociedad democrática? Tomando como hilo conductor la idea de libertad, este libro analiza el futuro de la democracia y los nuevos paisajes ideológicos, ofrece algunas claves para entender el comportamiento de sus actores, se pregunta qué dimensiones de la sociedad debemos democratizar y cómo afrontar las crisis a las que nos enfrentamos. Quien en nombre de su derecho a hacer lo que le dé la gana no interioriza el impacto que sus acciones pueden tener sobre otros termina contribuyendo a construir una sociedad en la que muchos verán reducidas las posibilidades de hacer lo que les dé la gana. Al cuidar lo común no estamos rindiéndonos a una estructura neutra o ajena, sino a algo de lo que se nutre nuestra libertad personal. Jon Elster, uno de los más destacados pensadores republicanos, glosaba la figura de Ulises dejándose atar para no sucumbir a los cantos de las sirenas. Nos recordaba así que muchas veces la mejor manera de preservar la libertad es atarse, no tanto para respetar la de los demás, sino para protegerse de las torpezas que podría uno cometer si llama libertad a cualquier cosa. El actual contrato social, sostiene Daniel Innerarity en estas páginas, está demandando una autolimitación de la libertad personal para asegurar la supervivencia de la humanidad en el planeta.
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