LA PIEDRA DE LA PACIENCIA
Entonces una nevada de seda apareciĆ³ en su sueƱo.
Era una intensa nevada de primavera. La mujer entreabriĆ³ la puerta y vio venir por el sendero a un hombre de larga barba gris. El anciano se dirigiĆ³ a ella con grave expresiĆ³n:
āMadre, yo sĆ© por quĆ© no te levantas a atender a tus hijos. No es que no los quieras. No puedes hacerlo. Hace tiempo ya que has perdido la piedra de la paciencia. La Ćŗltima vez que supe de ella estaba en Naniwa, allĆ te dirĆ”n cĆ³mo encontrarlaā¦
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